Juan Luis Sariego: el antropólogo. "Pensares y recuerdos de un profesor"



Juan Luis Sariego: el antropólogo.
 "Pensares y recuerdos de un profesor"  

POR: Antrop. Rodrigo Carrasco Granados. 
Director General en Anthropos-AMIDA.
Antropólogo egresado de la ENAH Chihuahua (Escuela Nacional de Antropología e Historia Unidad Chihuahua). 
04/03/2017.  



Imagen: Dr. Juan Luis Sariego, Autor desconocido.  


El antropólogo, profesionista, compañero, buen amigo, sonriente, académico, sencillo, e inteligente, son sólo algunos de los términos que describen al buen Sariego. Un antropólogo social que llego de Europa, de España para ser preciso, llego a México y adopto ese país como su tierra, sin olvidar aquellas de donde vino. Fueron los paisajes del norte de México, Chihuahua y sus oasis donde orientó su mirada y construyo junto con algunos compañeros a principios de los 90´s algo que después de 25 años es inquebrantable: su adorada Escuela Nacional de Antropología e Historia Unidad Chihuahua (ENAH Chihuahua), hoy Escuela de Antropología e Historia del Norte de México (EAHNM). Un espacio para la formación de antropólogos del norte para el norte, comprometidos al estudio del hombre que habita  estos paisajes, especialistas capaces de encontrar soluciones a los problemas más alarmantes que hubiese en ese norte en el que temporada atrás se pensó no había cultura, o, más bien debo decir en esos nortes, antropólogos con una formación de que entre líneas de aprendizaje conocieran de historia, de sociología, herramientas básicas y características de los primeros antropólogos chihuahuenses, muchos de ellos seguidores de Sariego. 

 Distinguido en las academias y las universidades donde impartió clases como invitado, espacios donde llevo alguna de sus investigaciones, ponencias o ensayos. Conocido en las comunidades donde realizo trabajo de campo: sus andares y pensares en la Sierra de Chihuahua, las zonas mineras, su preocupación por el rescate de los archivos históricos, los cambios y problemáticas en las colonias suburbanas, ahí andaba Juan Luis Sariego. Siempre atento a las investigaciones e inquietudes de sus alumnos. -Los tengo que bajar de la nube, solía decir cuando presentábamos algunos de nuestros intereses para tesis de licenciatura. - La pregunta mano! es lo más importante, ve a tu pueblo, allá de donde eres y habla sobre tu pueblo, fueron algunas frases en su materia de diseño de investigación.  
Constantemente estaba atento y recordaba todas y cada una de las tesis de licenciatura y maestría que producía la ENAH Chihuahua, eran como sus trofeos. En una ocasión recuerdo bien, hizo alegoría en la titulación del antropólogo Rafaél Ortéga Sinaloa diciendo un frase de la UNAM –cómo no te voy a querer! si cada vez que alguien se titula en esta escuela siento una satisfacción tan grande. Sabía la importancia de cada una de aquellas investigaciones que sus ex alumnos realizaban eran investigaciones que a muchos los convertirían en pioneros sobre los temas que manejaban. Conocía la vida e historia de casi todos sus alumnos, de que comunidades eran, sus líneas de parentesco e historia del lugar de procedencia. Nunca supe dónde guardaba tanto conocimiento Sariego. 

Muchas platicas recuerdo de nuestro profesor, pero ninguna se compara con aquellas que versaban sobre eso que nos hace sentirnos antropólogos, esa sensación que quizá sólo 
nosotros comprendemos, y ahí fue que en sus enriquecedoras clases de antropología mexicana, insistieron por quedarse en mente:  

“Cuando decides ser antropólogo una vez en tu vida, jamás dejas de serlo. Una vez que lo decidas, será imposible dejar de serlo, ni aunque te saques la sangre mano. Es algo que se lleva por dentro, y vas por ahí, preguntándote cosas sobre la vida cotidiana, e intentas responderte cosas con más preguntas”.  

“Los antropólogos hacen falta donde quiera, en las empresas, en las escuelas, en el gobierno en tu propia casa debe haber un antropólogo que responda sobre algún problema, que de soluciones”. 
“Que mejor lugar para trabajar que en el INAH, es bonito es que te paguen por cuidar lo tuyo, el patrimonio cultural es de nosotros y que te paguen por cuidarlo, que más puedes pedir?”. 
“Aprendan a vender su trabajo, lo mismo sirve un médico, que un ingeniero, un profesor o un antropólogo, todos somos importantes”. 

“Vas a las comunidades y te ven raro, que no te vean así, trata de ponerte al nivel del lugar que pises, de la gente que viva ahí. Tu formación te permite desde hablar con grandes licenciados o políticos, hasta con personas de escasos recursos, de las colonias más pobres, como antropólogo tienes esa cualidad que otras carreras no tienen”. 

“Ahí en las comunidades alejadas serás visto como el maestro, el doctor, de todo querrán seas”. 
“Hace falta que los antropólogos exploten nuevos campos, que vayan y aporten al turismo, que hagan guías interesantes de turismo cultural, la gente va a ver los sitios pero no sabe dónde está, que fue lo que paso ahí. Es necesario que hagan empresas de consultoría antropológica”.  
“No cualquiera sabe cuántas etnias o grupos sociales hay en tan solo en chihuahua, no cualquiera tiene ese conocimiento tan básico sobre la gente con la que convive como lo puede tener un antropólogo”.

“El estudio de la antropología es como un árbol genealógico, es como en la familia. Algunos fuimos formados por profesores que ustedes leen ahora, sus alumnos nos leerán a nosotros y otros alumnos a ustedes. Así como ahora ustedes leen a Aguirre Beltrán, Bonfil Batalla, Palerm que fueron mis maestros, ellos fueron alumnos de Geertz, Malinowsky, etc, al rato nos leerán a nosotros sus alumnos. Es una línea de conocimiento que se traspasa de generaciones, de ahí viene la importancia de hacer antropología de la antropología también”.  

Sariego fue un ejemplo de persona, de ser humano, uno de esos profesores-amigos que hacen falta en todas las academias, en todas las escuelas. Juan Luis, como muchos le decían fue fundador, pero, también fue pilar fundamental de la Escuela de Antropología en Chihuahua, y ahora que él ya no está con nosotros, somos nosotros sus alumnos los que debemos seguir su camino, y seguir aportando cosas nuevas a la ENAH Chihuahua ahora en su trayecto como EAHNM, somos nosotros quienes debemos seguir el camino de la antropología y llevar el conocimiento del hombre más allá de la academia. Seguramente todos los que lo conocimos o tuvimos el placer de ser sus alumnos tenemos anécdotas distintas que contar sobre él, términos diferentes para denominar a Sariego, pero todos coincidimos que era un antropólogo excepcional. 

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